Es bien conocida la importancia del juego en los procesos de desarrollo y maduración de los niños; aún más, el juego es la forma natural en que se adaptan al mundo y aprenden. Por eso nos encanta verles jugar, percibir de qué manera increíble y mágica el juego les aporta felicidad, magia, conocimiento de si mismos y de los otros.
Quizás nosostros, los adultos deberíamos considerar las ventajas de volver a jugar de vez en cuando, volver a sentirnos niños y libres; un camino para hacerlo podría ser, primero observarles con detenimiento, y después ponernos a jugar con ellos, participar de sus juegos. Al final, con suerte, quizás podríamos ya jugar solos, seriamente, con la misma madurez con la que juegan ellos.
Lamentablemente la mayoría ya nos hemos olvidado de cuando éramos niños y jugábamos
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